ZIKA, por Juan Manuel de Prada

 

Entre los archipampanatos creados por el mundialismo para confiscar nuestras almas merece destacarse la llamada Organización Mundial de la Salud (OMS), encargada de provocar histerias y paranoias colectivas que permitan luego la realización de sus protervos designios. Como cualquier persona que no se chupe el dedo sabe, el Nuevo Orden Mundial pretende instaurar una tiranía de tipo plutónico, que a la vez que saquea la riqueza natural de las naciones convierte a la Humanidad en una masa amorfa y animalesca, engolosinada en el disfrute de sus derechos de bragueta y expoliada tanto material como espiritualmente. Y para lograr más plenamente este expolio, el mundialismo requiere que esas masas no procreen (pues cuantos menos hijos tengan con menor ardor lucharán por su dignidad) y también imbuirles miedos que las conviertan en rebaños desvalidos, dispuestos a dejarse conducir hasta el redil, donde la mano del tirano que los ordeña pueda confundirse con una mano paternal y benefactora.

Así puede entenderse que la OMS tenga como principales cometidos imponer el antinatalismo e identificar periódicamente pandemias reales o ficticias que provoquen entre las masas las paranoias propias de las sociedades idólatras, incapaces de afrontar la muerte con naturalidad porque previamente les han hecho creer que los avances científicos les garantizarán una existencia de semidioses en un nuevo paraíso terrenal. Cuando ese paraíso tiembla sobre sus cimientos de humo por culpa de un virus desconocido, la paranoia se desata; y entonces los archipámpanos del mundialismo se sacan demiúrgicamente de la manga un “falso prodigio” en forma de vacuna. Por supuesto, este falso prodigio tal vez no funcione, tal vez ni siquiera sea necesario, pero la paranoia colectiva propiciará que los Estados (que ya no son otra cosa sino monigotes trémulos y lacayunos) compren millones de vacunas que harán el agosto de algún laboratorio o chiringuito farmacéutico al servicio del mundialismo. Así, exactamente así, ha ocurrido en los últimos años con diversas pandemias reales o ficticias, que han servido para probar que las masas cretinizadas están cagaditas de miedo y dispuestas a tragarse cualquier patraña. Recordemos, por ejemplo, que la OMS anunció en su día que la gripe aviar causaría más de siete millones de víctimas que, después de una delirante campaña de prevención (sólo los Estados Unidos gastaron una partida de más de mil millones de dólares en vacunas), se quedaron en nada.

Ahora este archipampanato mundialista ha encontrado un filón suculento en el virus del Zika, propagado por un mosquito, que según tratan de convencernos (aunque no existe ninguna certeza al respecto) produce malformaciones en los fetos. Así, estos siniestros burócratas del mundialismo logran matar dos pájaros de un tiro, imponiendo la anticoncepción y el aborto en los países de América del Sur y sembrando el miedo que garantiza la venta multitudinaria de vacunas (que, según nos anuncian, ya están a punto de salir de los laboratorios o chiringuitos farmacéuticos elegidos). El virus del Zika se conoce al menos desde hace setenta años; pero es ahora, misteriosamente, cuando se lanza la especie de que puede provocar malformaciones en el feto. Y, mientras llegan las vacunas que los enriquecerán, los archipámpanos de la OMS recomiendan a las mujeres de la región afectada por el virus que no se queden embarazadas durante los próximos años. Con el señuelo del Zika, los archipámpanos del mundialismo han logrado matar dos pájaros de un tiro; y podrán dar gracias alborozados a Mammón y Moloch, sus dioses predilectos, pues ganarán mucho dinero y matarán (o impedirán nacer) muchos niños.

Juan Manuel de Prada.

(ABC, 8 de febrero de 2016)

 

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