Animado por informaciones provenientes de medios católicos que hablaban bien de la película, he ido a ver ‘Silencio’ el día de su estreno. Tengo que decir que fui un tanto receloso porque había leído críticas que me hacían desconfiar, pero por otra parte me parecía que debía aparcar prejuicios. Ahora, después de haberla sufrido, no me arrepiento de haberla visto pero si hubiera sabido lo que me iba a encontrar no hubiera ido.
Sabía que iba a ver una película dura, con escenas de sufrimiento crudo, pero con eso contaba porque se trata de una película en la que se narra una persecución religiosa. Pero esa no es la causa de que el resultado me pareciera descorazonador. Y no por aburrimiento, que no fue el caso; al contrario, me ha parecido una película técnicamente muy bien hecha y con un relato que no deja escapar la atención ni por un instante. Pero el contenido, al menos para la persona de fe, es malo, mejor dicho, maléfico, porque hace daño. No digo negativo, ni desacertado, ni erróneo, no. Malo, directamente malo y trataré de explicar en varios puntos por qué me lo parece. Lo haré en dos partes, una referida al contenido del film y la segunda sobre el contexto actual.
Sobre los contenidos de la película.
1.- Porque justifica la apostasía. No digo que muestre la apostasía, sino que la disculpa, la hace aceptable e incluso compatible con la fe. La apostasía es un pecado muy grave porque consiste en renegar del mayor bien con el que cuenta una persona de fe, por encima de la propia vida. Y es más grave aún si los apóstatas son dos sacerdotes, como ocurre en la película. En épocas de persecución religiosa la apostasía es muy fácil de entender y yo no me escandalizo porque haya apóstatas. Los ha habido ininterrumpidamente en toda la historia de la Iglesia, desde el principio del cristianismo y no creo que haya ningún valiente capaz de señalar con el dedo acusador a un apóstata, sobre todo si la apostasía está provocada por una amenaza de sufrimientos horribles o una muerte segura. Solo Dios sabe cuál es la resultante de fuerzas poderosas y contrarias que empujan en el corazón del que apostata: presión física y psicológica a la que se encuentra sometido el perseguido, horror al sufrimiento y a la muerte, abandono de responsabilidades y personas a su suerte, desvalimiento de los que dependen de uno, peso de la fe, amor a Cristo crucificado, capacidad o incapacidad para el martirio, etc.
Todo eso es comprensible, pero a un cristiano lo que le ayuda es la fortaleza del mártir no la debilidad del que reniega. Al apóstata lo juzgará Dios con su misericordia infinita y la Iglesia no ha condenado a nadie al infierno, ni siquiera a Judas, pero la persona de fe lo que necesita son los testimonios de los mártires, los que supieron resistir a pesar de las atrocidades de que fueron objeto, los que “no amaron tanto la vida que temieran la muerte” (Ap 12, 11). Yo, para debilidad, ya tengo bastante con la mía, no me hacen falta dosis de debilidades ajenas. Si además me presentan esa debilidad justificada, es muy probable que me vea tentado a justificar la mía en lugar de combatirla.
2.- Hay que evitar el sufrimiento a toda costa. Con ello se plantea un evidente rechazo de la cruz. “Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos-, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (I Co 1, 23-24). Esto es lo que nos dice la Palabra de Dios y esto es lo que cualquier cristiano que frecuente la Iglesia ha oído predicar en multitud de ocasiones. Pues bien, “Silencio” es un empeño constante, de principio a fin, por demostrar lo contrario. Creo que no exagero si digo que en “Silencio” se hace una enmienda a la totalidad del contenido de la Palabra de Dios en esta cita.
3.- ‘Silencio’ es el título que responde al supuesto silencio de Dios en un martirio horrible, como es el que se describe. Se trata de un título descaradamente falso como se demuestra en una escena de la película. Al espectador se le quiere convencer del silencio de Dios, por una parte ante el sufrimiento y la muerte de una comunidad de cristianos japoneses formada por campesinos pobres y desvalidos, y por otra, ante el desgarro de dos padres jesuitas voluntariosos a quienes se les pone en el dilema de apostatar o permitir el sufrimiento ajeno. Estos dos silencios son los que la película quiere poner muy de relieve. La perversidad es manifiesta: Dios calla ante el sufrimiento de sus hijos más humildes, pero en un momento dado le habla directamente al protagonista para decirle: apostata, renuncia a tu fe. En la película la prueba de apostasía consiste en pisar un relieve de Jesucristo y es el propio Cristo el que le dice interiormente al jesuita: “Písame”. O sea, que para animar a renegar Cristo sí habla. Dios calla cuando sufres pero habla para que peques. Algo así como si Cristo le hubiera empujado a Judas a traicionarle susurrándole al corazón algo como esto: Ánimo Judas, entrégame, debes entregarme. ¿Hay mayor impiedad que presentar a Dios como fuente del mal?
4.- El budismo y el cristianismo en el fondo son lo mismo. Reconozco que esto hoy entra muy bien en muchos oídos. Ya llevamos tiempo oyendo a muchos que están convencidos de que a fin de cuentas todos los credos son iguales. No pretendo argumentar sobre este error inadmisible para un cristiano. Basta decir que esa postura contradice el mandato final de Cristo: “Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28, 19-20). Si todos los credos son igualmente válidos, ¿qué sentido tiene que la Iglesia sea misionera?
5.- En la película queda claro que el cristianismo no puede cuajar en Japón. También esto contradice las palabras anteriores del Señor: “Id y haced discípulos a todos los pueblos”.
Hasta aquí estos cinco postulados que yo he visto que la película defiende y justifica. Dicho de otro modo: desde diversas instancias católicas se está presentando como película recomendable para los católicos una película que ataca directamente algunas verdades de fe, que se permite corregir a Cristo y contradecir a la misma Palabra de Dios revelada en las Escrituras.
Sobre el contexto actual.
Reconozco que me resulta fácil y cómodo ver la película y criticarla. En ambos casos lo hago confortablemente, en un país con libertad religiosa aceptable y sin amenazas de ningún tipo. Más aún, escribo esto en parte porque con mi propia iniciativa concurre la petición de personas conocidas para que exprese mi opinión en público.
Ahora bien, mientras que yo voy desgranando ideas con las que algunos estarán de acuerdo y me temo que algunos más en desacuerdo, soy consciente de que muchos de mis hermanos en la fe están siendo objeto de persecuciones tan cruentas como las que se narran en la película. Hoy las tierras de Siria, India, Pakistán, China, Irak, Egipto, Nigeria, Chad, Sudán, Libia, Yemen… están siendo regadas por las lágrimas y la sangre de quienes han mantenido viva su fe, mi misma fe, y han sufrido y siguen sufriendo a causa de la misma.
¿Recomendarías, lector, a estos cristianos perseguidos y amenazados que vean “Silencio” diciéndoles que es una película muy buena? ¿Tú crees que a los sacerdotes, pastores de estas comunidades, les será muy edificante el contraejemplo de los jesuitas apóstatas de “Silencio”? No hablo de supuestos ficticios ni probables, sino de una realidad muy cruda que están soportando nuestros hermanos en estos países día a día mientras nosotros discutimos de cine. ¿Tú crees que esto tiene algo que ver con la comunión de los santos?
Yo no sé si en España se repetirá una persecución contra los católicos o no. Pero si volviéramos a tener que sufrirla, yo lo que necesito son palabras de ánimo y fortaleza de espíritu, porque me veo tan débil, al menos, como esos apóstatas. Y si eso se diera, querría tener en mi mente ejemplos de santos mártires, y a mi lado pastores que me edificaran porque van delante de sus fieles en la entrega gozosa de su vida, que es lo que han hecho todos los mártires de todas las épocas, no de gentes que sucumben a una flojera como la mía.
Estanislao Martín Rincón
Visto en [formlibertas.com]
Desde las escrituras leemos la valentía de los Macabeos, cómo cada uno de ellos fueron torturados sin piedad delante de los propios hermanos de sangre desde el menor al mayor y a vista de la propia madre, cuando quedaba solo la madre y un hijo, fue sacrificada la madre antes que el hijo para hacer renegar al hijo de Dios y salvar a su madre, pero el hijo se mantuvo fiel a Dios.
Podrán decir que una cosa es leerlo y otra vivirlo, lo que si puedo compartirles es que personalmente he sufrido los dolores físicos más proifundos cuando tuve que ser operado sin anestesia de emergencia de los intestinos. Dolores que perduraron incluso aún después de suministrarme morfina, el sufrimiento se prolongó por varios meses por la imposibilidad de caminar, noche y día sin dejar de sufrir y ante la posibilidad de no poder caminar jamás. Pero eso ya es historia, hubo un prolongado proceso de conversión a la Tradición Católica, que no significa que me evite en ocasiones recaer en situaciones límite, la última vez, en Setiembre pasado, por primera vez de forma consciente tuve la oportunidad de ofrecer mis sufrimientos físicos por la Iglesia y mi familia de almas y de sangre, llegando a convulsionar incontrolablemente debido a mi estado de salud, momento preciso y precioso para ofrecer este pequeño gesto ante Dios.
Aparte de esto, los medicamentos que tomo tiene efectos secundarios que me inducen a un estado mental de alta fragilidad y angustia, por eso debo tomarlos de noche para que cuando me venza el sueño evite al menos en algo tal condición psíquica, que es dificil de explicar y entender, donde se percibe un abandono de Dios que solo queda la voluntad de creer. Porque termina el sentimiento de ser parte del Creador.
Precísamente en los sentimientos de desolación y abandono es que descubro lo que es la fe, es cuando puedo conocer que la fe no está en lo que sentimos o experimentamos, en lo que ser percibe con nuestra parte sensible o los sentidos. Es SER antes que SENTIR.
Y para lograr SER es necesario que todas nuestras potencias sean abandonadas y estar por encima de ellas.
Tengo amigos de fe Tradicional, que tienen sus problemas de depresión, matrimonial, empleo, … Y me veo en ellos yo mismo, porque sin duda sería igual o más sensibles que ellos antes de aquel Febrero de 1998 en que casi muero y posiblemente estaría condenado por toda la eternidad por mi falta de fe y amor a Dios.
Comparto esta experiencia con la finalidad de diferenciar lo que somos por gracia y aquello que creemos sentir como sustituto de la fe. La fe nada tiene que ver con que te vaya bien o mal, para quien tiene fe verdadera da lo mismo la alegría o el sufrimiento, el dolor o la salud, la riqueza o la pobreza… Y es necesario que cada uno de gracias a Dios por los pequeños sufrimientos que son un entrenamiento para los más grandes, teniendo como Oriente u Horizonte, que son la oportunidad preciosa para ofrecer esta experiencia para uno mismo o para nuestro prójimo o por la Santa Iglesia Católica y su jerarquía.
Estoy completamente de acuerdo. Además los dueños de la industria Paramount son masones así que nunca me fio de nada.A parte al cine no le interesa darnos mensajes reales solo confundir que es el propósito de ustedes saben quien para la perdición de las almas.
Buen artículo y análisis. Cada día mas difícil a cada nuevo ser humano que llega al mundo, seguir de forma correcta “La Palabra de Dios”. Son muchos los que están haciendo hasta lo imposible para que se acabe la Iglesia de Jesucristo. Dios nos ayude a no ceder y a poder ayudar
falta que la jerarquia catolica sea valiente y denuncie a este falso papa que esta cambiando la Doctrina de la iglesia ellos saben toda la verdad sobre este ereje