Todos los creyentes sabemos qué se celebra el 8 de diciembre, pero realmente sabemos que significa la Solemnidad que celebramos?.
No falta la persona que cuando escucha la palabra inmaculada concepción, piensa al milagro de la Encarnación del Hijo de Dios cuando el Arcangel San Gabriel visitó a María de Nazaret. Pero no se refiere a este gran Misterio del Emmanuel, Dios con nosotros.
En la Liturgia de hoy el Evangelio es el Anuncio del Angel a María y quiero resaltar el saludo: “Llena eres de gracia”. María no posee la gracia como una porción sino que toda ella es plena de la gracia, gracia que le viene de Dios que es el Santo de los Santos.
En Lucas 1, 28, en el texto griego Kaire que quiere decir: Alégrate!!! y en seguida la palabra Kejaritomene que quiere decir: Llena de gracia. Comparando con la versión de la Biblia que usan los protestantes, ellos traducen favorecida. No sé de dónde sacan esa palabra que no existe en este texto en concreto. Si aceptamos la palabra favorecida podemos decir que en en Antiguo Testamento Dios podría haber favorecido a otras mujeres con esta elección para ser la madre del Mesías. Entre las mujeres de hoy en el pueblo de Israel que aún esperan al Mesías, cada una guarda la ilusión de llegar a ser la madre del ungido.
Por eso la elección de María como Madre del Salvador tiene un sentido cuantitativo más que cualitativo, ya que todos recibimos la gracia de Dios pero no en la misma medida que la recibió la Virgen María. Esta cantidad de gracia en la Virgen es sobreabundante, la llena en todo su ser, no queda parte parte en ella que no sea pleno de la gracia, digna de la obra que se está concretizando en ella. En María todavía no se ha dado el milagro de la Encarnación y el Angel ya la llama la llena de gracia, aún sin llevar en su seno a Jesús. Esto sucederá en el momento del Sí de María. Ha sigo escogida por la Trinidad desde el comienzo de la creación como nos recuerda el libro del Génesis 3,15: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje:él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”. Llena de gracia incluso antes del saludo del Angel que reconoce en ella una plenitud de gracia, superior a su naturaleza angélica. Si María hubiera recibido sólo una parte de gracia, sería legítima la duda de una posible dignidad mayor que la suya y tendríamos un problema de carácter cristológico: “Aquel que nace de una mujer que tiene la gracia a medias, es el Hijo de Dios? O debemos esperar una mujer totalmente llena de gracia para que venga el Mesías?”
No podía ser de otra manera, era necesario que fuera llena de gracia la Madre de Aquel en “quien reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente” (Col 2,9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como las más humilde de todas las creaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. (Catecismo de la Iglesia Católica, 722).
Desde el comienzo y a través de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María “llena de gracia” por Dios, había sido redimida desde su concepción. El Papa Pio IX proclamó el dogma en 1854: “La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha del pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano” (Bula Ineffabilis Deus).
Es claro que el dogma se refiere no a la concepción virginal de Cristo realizada en María por obra del Espíritu Santo, sino a la concepción por la cual María fue engendrada en el seno de su madre. Es importante advertir que el dogma se refiere no a la concepción “activa”, obra de los padres de María, sino al “término” de esa acción, es decir, a la concepción que podemos llamar “pasiva”: el resultado de la concepción activa, que es precisamente el “ser concebido” de Maria. Ella, María, es la concebida sin pecado original.
En el dogma se dice: “inmune de toda mancha de culpa original”, con esto la Iglesia confiesa que María en ningún momento y en modo alguno fue alcanzada por la culpa original que a toda la humanidad se ha trasmitido por generación desde nuestros primeros padres. Pio XII en la Encíclica Fulgens Corona, escribe: “Es tan pura y tan santa que no puede concebirse pureza mayor después de la de Dios” Y continúa el Papa Pio XII diciendo: “Este singular privilegio es a nadie concedido, sino a la que fue elevada a la dignidad de Madre de Dios”
A todos una feliz fiesta de Nuestra Madre María Santísima.
Un sacerdote carmelita
MARÍA está solo un escalón mas bajo que CRISTO.
Muy bonito, todo es poco para nuestra MADRE.