Pensamientos para la homilia dirigida, sobretodo, a los adolescentes
1. Sus heridas nos curaban.
Lo hemos escuchado en la primera lectura del profeta Isaias: “Cargo con nuestras rebeldías, y con sus heridas nos curaba” (Ver Isaias 53).
Un dia, una adolescente rebelde, de estos adolescentes rebeldes que tanto abundan y que Dios tanto ama, me pregunto:
- Usted es cura?
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Si, soy cura.
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Y que cura usted?
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El alma.
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Anda ya!
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Si, yo curo el alma! Porque el alma tambien tiene sus enfermedades: La soberbia, el odio, el rencor, la pereza, la impureza, la envidia… Son las enfermedades del alma, y se curan con la cruz de Cristo!
Quedó pensativa. No la he vuelto a ver mas. No se que habrá sido de su vida. La recuerdo a menudo en mi oracion.
2. Un clavo en una diadema imperial.
De Santa Elena, la madre del primer emperador romano cristiano, Constantino, se cuenta algo impresionante. Ella fue a Jerusalén, con el permiso de su hijo el emperador de Roma, e hizo derribar el templo pagano que se había construido sobre el Calvario y el Santo Sepulcro de Cristo. Encontro la Verdadera Cruz de Cristo y se la llevo a Roma e hizo edificar la Basilica de la Vera Croce, donde esta custodiada la verdadera Cruz de Cristo. Esto es muy conocido. Pero hizo algo mas que no es tan conocido. Santa Elena hizo incrustar un clavo de la cruz de Cristo en la diadema imperial de su hijo, el emperador de Roma. ¿Para qué? Para que no olvidara nunca que el cristiano es adorador de un Dios Crucificado por amor al hombre.
Y es mirando al crucificado como somos curados de nuestra soberbia. ¡Todos llevamos un pequeño emperador romano dentro! ¡Yo tambien! Pongamos, nosotros también, con la imaginación un clavo de la cruz de Cristo, en nuestra diadema imperial. ¡ Se nos empezará a curar la soberbia y sus rebeldías, y empezaremos a tener la bondad y la humildad de Dios!
3. María y el Discipulo Amado, que eres tú.
Nos ha dicho el Evangelio de Juan que acabamos de escuchar, que al pie de la Cruz estaba Maria, la madre de Jesus, otras mujeres (entre ellas Maria Magdalena, de la que Jesus habia sacado 7 demonios, es decir: todo el mal que quieras) y estaba tambien el “discipulo amado”. Este “discipulo amado” es el mismo joven evangelista Juan, pero tambien eres tú, y soy yo! ¿Yo soy el “discípulo amado”? ¡ Sí, tu eres el discípulo amado, y tan amado de Dios que por ti, personalmente, Dios, inmortal y eterno, se ha hecho hombre para sufrir y morir por ti en una Cruz! ¿Y por qué? Es un gran misterio: un Misterio de Amor y de Justicia. El pecado del hombre, tu pecado, mi pecado, enfrentan a Dios consigo mismo: su Amor con su Justicia. Lo dice el papa emerito Benedicto XVI en su primera encíclica, Dios es Amor, en el numero 10. En la Cruz de Cristo, el Amor de Dios paga el precio de nuestros pecados a la Justicia divina. Maria Santísima al pie de la Cruz del Salvador, su hijo, nos anima a entrar de lleno, a COLABORAR, en este Misterio de Salvacion, y a ofrecer oracion y sacrificios para que sean muchos y muchas l@s que se conviertan, y nos acompañen a las fiestas de las alegrías eternas, en el Paraíso. ¡No te quieras salvar solito, llevate al cielo un millón de amigos y de amigas, libres de sus rebeldías y pecados! ¡Si es así, tu felicidad eterna se multiplicara por un millón! (Otro dia hablaremos más de este importantisimo asunto. Hoy no nos extendemos más porque se nos acaba el tiempo de la homilia que tiene que ser mas breve porque el Evangelio ha sido muy largo).
Buena Pascua de Resurreccion a tod@s.
Padre Joan Manel.