Lo que le faltó a Zapatero, pero que Rajoy todavía puede aplicar.
Rodríguez Zapatero nos legó el Plan E. Pero dejó pasar una oportunidad asombrosa para haber reactivado la economía española, de haber aplicado el Plan A. ¿Qué es el Plan A? Es el plan Apostasía, que hubiese activado la economía, al menos de la orfebrería y el arte religioso, e indirectamente, de multitud de sectores. Este plan tiene varias fases. En la primera fase se trata de encargar cientos de miles de crucifijos e imágenes de la Virgen; en segundo lugar, aprobar unas leyes transitorias por las que se permite la instalación de estos símbolos religiosos en habitaciones de hospitales, aulas de colegios y toda clase de centros públicos del país. Son disposiciones muy transitorias, evidentemente, pues el objetivo no sería volver a cristianizar el país -¡Dios nos libre!- sino reactivar la economía, por un lado, y por otro lado favorecer la apostasía: es decir, que todo buen apóstata pudiese pisar el crucifijo o escupir sobre él, teniendo uno a mano, lógicamente, para hacerlo de forma civilizada.
El primer objetivo, reactivar la economía, hubiese salvado al gobierno de Zapatero, con una medida tan simple como ésta. El segundo objetivo hubiese encumbrado a nuestro gobernante a límites aún mayores, puesto que si para él la tierra no pertenece a nadie, sino sólo al viento, con una medida como ésta y, ahora que sabemos que el tiempo es superior al espacio -gracias a Francisco-, hubiésemos ya recordado a Zapatero como el gran estadista que pudo ser y que de hecho por poco no llegó a ser (ese poco se entiende que fue el tiempo que le faltó para poner en marcha una medida tan brillante como el Plan A).
Pero estamos de enhorabuena, tenemos ahora en el gobierno al ínclito Rajoy, quien ya sabemos que tiene mucho de Zapatero, hasta el punto de que algunos le llaman Zapatero II, y cuya primera medida al llegar al gobierno fue condecorar a Zapatero con el collar de la orden de Isabel la Católica, lo que, no habiendo necesidad de tal cosa, ya es muy revelador. Pues bien, quizá a Rajoy le encaje la idea y aproveche la coyuntura favorable que parece que hay en nuestros días para reactivar finalmente la economía gracias al Plan A, y para avanzar en la apostasía como buen gobernante que se precie de ser un masoncete de cuidado. Ahora lo tiene más fácil, pues con la película Silencio en las salas de cine de España y del Vaticano apostatar se ha vuelto ya una rutina a los ojos de todos, y como el movimiento se demuestra andando y el tiempo es superior al espacio, hay que darse prisa para aplicar el ejemplo y, al menos en España (el Vaticano se lo dejamos a otros), imitar la propuesta de Scorsese con lo que en España podría ser un plan A en condiciones, A de apostasía. A Rajoy se lo encargamos, aunque la idea -que conste- ha sido mía.
Tras unos pocos días o semanas, los mismos crucifijos podrían retirarse (tercera fase del plan), en virtud de la derogación de las leyes transitorias que habrían permitido, con los fines antedichos, colocar aquellos crucifijos en tantísimos lugares públicos. Así, el gobernante haría méritos ante su pueblo, como buen jerifalte moderado y ecuánime que haría de la religión lo que debe ser: un asunto privado que sólo debe estar en la esfera pública para hacer buen uso y escarnio de él, favorecer la economía y favorecer la apostasía.
Con la retirada de tantísimos crucifijos, cuando hubiese un cambio de gobierno al nuevo presidente se le plantearía ya un problema, porque con tantísimos méritos, a Rajoy no le llegaría con el collar de la orden de Isabel La Católica ni con el toisón de oro, sino que seguramente habría que buscarle la corona de Fernando III el Santo, o vaya usted a saber qué gobernante más insigne del pueblo español, para hacer valer las dotes de gobierno de nuestro amado líder y reconocer su empeño en pro de la Justicia, que como sabemos consiste en retirar crucifijos, favorecer la apostasía y -ah, sí, se me olvidaba- favorecer la economía. Pero esta parte de la economía es la más fácil, puesto que con planes tan brillantes como el Plan E o el Plan A o simplemente con dejar gobernar a Rajoy eso se soluciona siempre, por la estabilidad que da tener un presidente y un gobierno, aunque sea Rajoy, limitado a poco más que leer el Marca, subir los impuestos y subir la factura de la luz. Y ya se sabe, cuanta más apostasía, más estabilidad, puesto que hay que conservar el consenso de progreso.
Y si no hubiese suficientes apóstatas, pues traemos inmigrantes musulmanes, y en nuestro protocolo de acogida podemos incluir un tour por las salas públicas y edificios del país provistos de crucifijos e imágenes de la Virgen para que los decapiten y hagan cosas de ésas, tan del gusto de tantos de ellos, como están dedicándose a hacer en los últimos meses en infinidad de lugares, e incluso dentro de iglesias en España, en Francia o en Italia, aunque los medios de comunicación, lógicamente, no den importancia a estas cosillas.
Bonifacio Gómez de Castilla