Comentarios como ‘¡Cuánto sufre el Papa! ¡Qué carga tan grande lleva!’ y otros semejantes se oyen entre las personas bienintencionadas pero torpes de razón y nulas de discernimiento, sobre todo religiosas, y especialmente cuando se mencionan los problemas que hay en la Iglesia.
Si salen a la luz redes de clérigos homosexualistas, abusadores, depravados, con algunos de sus miembros ocupando altos cargos y apoyándose entre ellos, con encubrimientos, premiando con nombramientos a sus ‘amantes’ y miembros de esa mafia infiltrada en la Iglesia, y persiguiendo a los seminaristas, sacerdotes y Obispos fieles al Señor… el comentario es ‘¡cuánto sufrimiento para el Papa!’ ¿Hay problemas graves en la Iglesia? ‘¡Cuánto debe sufrir el Papa!’. No se les alcanza a comprender que los fieles tienen el derecho de reclamar justicia al Papa, no el deber de (la falsa misericordia de) compadecerle por los problemas ¡que no resuelve o que no quiere resolver o que agrava!
Miren, ¡no! Francisco no sufre por esto, sino que es responsable de encubrir y proteger ya en su etapa en Buenos Aires, a algunos de éstos, como el P. Grassi, y es amigo, protector y se ha rodeado de lo peorcito de esta mafia desde que está en Roma. Luego no debe sufrir mucho por esta causa. Benedicto suspendió a 700 sacerdotes y Obispos. Y se lo hicieron pagar muy caro. Él sí que sufrió. Sufrió y sufre por la Iglesia, pero también sufrió en sus propias carnes una persecución atroz, por parte de los miembros de esta red, muy asentada en puestos clave en conferencias episcopales y en el Vaticano. Pero Bergoglio no ha hecho más que dar más cancha todavía a esta red.
Es más, esta red que persiguió e hizo la vida imposible a Benedicto, es la misma que promovió y aupó en el cónclave de 2013 a Francisco. Y les debe algún favor, porque sabe que no lo ha escogido el Espíritu Santo, sino la mafia lavanda, la mafia modernista-izquierdista y la mafia masónica infiltrada en la Iglesia. Y claramente, su actuación no trata de seguir al Espíritu Santo, sino de seguir los intereses de su mafia.
Según informa el biógrafo de Francisco, Austen Ivereigh, Bergoglio fue informado por la mafia de San Galo (en concreto por el cardenal Cormac Murphy-O’Connor) de que era su hombre y de que lo iban a hacer ‘Papa’. No parece que haya sufrido mucho Francisco con estos temas, más bien ha sido colaborador consciente.
Si me dicen que sufren Mons. Viganò o el reverendo Kalchick, ambos en paradero desconocido, huyendo por temor a ser eliminados… me lo puedo creer. Ellos saben de qué va esto, porque no serían los primeros en ser eliminados por convertirse en una piedra en el zapato de esta mafia infiltrada. Pero que el cardenal Cupich, perseguidor del P. Kalchick, o que Francisco, perseguidor de Mons. Viganò, sufran,… pues como pueden haber sufrido personas sin corazón como Vito Corleone o el ‘comandante’ Ché Guevara. Y es que es a éstos a quienes se les pueden comparar estos elementos infiltrados en la Iglesia, y no a un San Francisco Javier, a un San Pío V, o a un San Antonio María Claret, por poner tres ejemplos. No, son más bien una mezcla del Ché y de Corleone, vestidos en ropas clericales y que citan la biblia, más o menos como la citaba el diablo en el desierto durante las tentaciones de Nuestro Señor.
Por cierto, otra comparación. No sólo con el Ché o con Corleone… también se les puede comparar con el diablo. Bueno, ellos mismos lo hacen. En su reciente viaje e Lituania ya dijo Francisco que Juan Pablo II fue un santo pero que él es un demonio… Pues a confesión de parte, relevo de prueba. Parece que de vez en cuando es capaz de decir alguna verdad.
¡Cuánto sufre el Señor por su Iglesia! Pero eso parece que no le importa a casi nadie. Lo que interesa es mantener las apariencias, aunque quien se siente en la silla de Pedro sea un siervo del diablo. Ni que se sentase el mismo Satanás: muchos le seguirían y justificarían en sus trampas, engaños y blasfemias, ‘¡porque es el Papa!‘. Y cuando alguien les intentase hacer razonar, mostrándoles todos los graves males de la Iglesia y toda la destrucción de ésta en su doctrina, moral, liturgia… responderían como papagayos: ‘¡Pero cuánto sufre el Papa!’.
Bonifacio Gómez de Castilla
2ª Tes 2: el hombre inicuo NO puede USURPAR el trono sagrado hasta que no sea quitado el que le retiene.
El Katejon es el papa legítimo Benedicto XVI.
Catecismo 675.
Apocalipsis 13 y 14.